Mi programa favorito de televisión en Estados Unidos es The Daily Show with Jon Stewart. Stewart acaba de revelar intimidades de la campaña islamofóbica impulsada por la tóxica Fox News y sus híper tóxicos presentadores Bill O’Reilly y Glenn Beck (quien convocó en Washington a una reunión masiva en el 47 aniversario del discurso I have a dream, de Martin Luther King, frente al Monumento a Lincoln, para clamar por el honor y la dignidad del país según los principios del ultraderechista Tea Party, encabezado por la sonriente Sarah Palin).
Fox News anunció con bombos y platillos que había descubierto que uno de los financistas de un centro islámico en las cercanías de la “zona cero” de Nueva York, había también financiado a grupos musulmanes ligados a terroristas, y que se trataba nada menos que de un miembro de la familia real de Arabia Saudita, país aliado de Estados Unidos. Como es de suponer, el terror cundió en quienes ven Fox News, y más y más gente empezó a sintonizar el noticiero, presa de la paranoia.
De pronto, Jon Stewart denunció en su Daily Show que el musulmán a su vez denunciado por Fox News como financista de grupos terroristas y del centro islámico cercano a la “zona cero”, era también —oh, sorpresa de sorpresas— un gran accionista nada menos que de la misma Fox News. ¡Que qué! Sí, de la misma Fox News.
Con el punzante sarcasmo que lo caracteriza, Stewart sugirió que la mejor manera para que las acciones de una empresa noticiosa suban, es haciendo que sus accionistas inviertan en producir noticias que harán que el público consuma más el producto que la empresa ofrece; en este caso, informaciones alarmantes. De modo que invertir en crear un simulacro de complot terrorista contra Estados Unidos y a la vez denunciarlo en una empresa de la cual se es accionista, resulta un negocio redondo aún cuando el nombre del accionista sea el que salga a bailar como sospechoso.
Con su conocida sonrisa irónica, Stewart concluyó en que la mejor manera de enfrentar la “amenaza terrorista” es no ver Fox News. Es decir —colijo—, no contribuir a que este tipo de negocios, que implican manosear la emocionalidad de millones de personas, resulten rentables bajo la socorrida excusa de la libertad de empresa.
Desde que a través de Fox News y otros medios, el ala más derechista del Partido Republicano empezó a acusar a Obama de “socialista”, la palabreja se ha popularizado en Estados Unidos mucho más de lo que le conviene a ese grupo de fascistas que fueron los que invadieron Irak y Afganistán, engañando al pueblo estadounidense con el cuento de las “armas de destrucción masiva”; todo, con el fin de ampliar sus negocios en el campo energético, de la industria bélica y de la reconstrucción de las ciudades destruidas por sus propias bombas. Luego de ese desastre, esta ultraderecha le ha puesto en las manos a Obama el carbón humeante de Irán. Un conflicto nuclear que, como bien advierte Fidel Castro, tendrá resultados catastróficos para la humanidad a menos que Obama lo evite.
Rodeado como me encuentro de estadounidenses pensantes en el Vermont Studio Center, constato que la sensatez de la ciudadanía de este país no comulga con la manera de hacer negocios de la ultraderecha republicana, y estoy seguro de que no permitirá que ésta siga inventando enemigos y montando guerras en donde no las hay, como ha ocurrido con la “amenaza terrorista” de Fox News, con la desastrosa invasión a Irak y Afganistán, con las Torres Gemelas y con la planeada guerra contra Irán.
Publicado el 8 de septiembre de 2010 — en el Periódico
Admin Cony Morales