Es cosa sabida que los comerciales de la televisión constituyen el único espacio que la iconografía audiovisual estandarizada ha dejado a los cineastas.
Para captar la distraída atención del televidente aburrido de nuestros días y para revertir la búsqueda inútil de programas interesantes por medio del zapping (o cambio constante de canales por medio del control remoto), los realizadores de comerciales utilizan todas las técnicas y combinaciones de técnicas posibles de la cinematografía experimental en sus instantáneos productos, logrando con todo ello hacer que el televidente salte de comercial a comercial ineludible y fatalmente.
En vista de que tanto las series de acción, como las telenovelas y los programas de «variedad» ofrecen un lenguaje audiovisual estandarizado que aburre al pertinaz televidente aunque él no se percate totalmente de ello, la vertiginosidad visual, el violento cambio de colores y texturas y los llamados efectos especiales, constituyen el eje de la hechura de los comerciales televisados. Su examen y apreciación crítica en términos de su calidad estética y la puesta entre paréntesis de los ofrecimiento de consumo que conllevan, es más fácil de realizar en nuestros países, donde los productos anunciados están prácticamente fuera del alcance de quienes poseen la cablevisión y, por lo mismo, la atención puede concentrarse de mejor manera en la forma estética que en el contenido mercantil.
En efecto, si somos capaces de prescindir de los cantos de sirena consumista de los comerciales televisados y de centrar nuestra atención en la calidad audiovisual de los mismos, el zapping puede constituir un entretenimiento no del todo despreciable, ya que lo mejor de la tecnología fílmica y de la creatividad de los cineastas se concentra precisamente en este único espacio experimental audiovisual que el lenguaje estandarizado de la narrativa televisada ha dejado a los productores.
Los comerciales, además, son sustituidos por otros nuevos con cierta frecuencia, y la imperiosa necesidad de inducir al consumo por medio de captar la atención del televidente escamado por los «mensajes interesantes», unida a la necesaria experimentación cinematográfica implícita en estos operativos, hace de los mismos una gran escuela para narradores y poetas, pintores y músicos, fotógrafos y soñadores…
Publicado el 17/09/1993 ― Revista Crónica
Admin Cony Morales