UN INTELECTUAL ORGÁNICO EJEMPLAR – A la memoria de Roberto Fernández Retamar

El sábado 20 de julio pasado murió en La Habana Roberto Fernández Retamar, a los 89 años de edad. Era presidente de la Casa de las Américas, Premio Nacional de Literatura y miembro de la Academia Cubana de la Lengua.

MRM 4-5-17 Musac

El sábado 20 de julio pasado murió en La Habana Roberto Fernández Retamar, a los 89 años de edad. Era presidente de la Casa de las Américas, Premio Nacional de Literatura y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, además de un poeta y ensayista básico para la América Latina, así como un ejemplar intelectual orgánico de la revolución, tanto en el frente político como en el cultural y el diplomático. Ensayos suyos como Calibán y Para una teoría de la literatura latinoamericana, además de sus innumerables análisis sobre la cultura de este continente en el contexto de las luchas populares emancipadoras, constituyeron un saludable contrapunto frente a la torrencial producción libresca poscolonial y posmoderna que sobre Nuestra América disemina el culturalismo neoliberal y sus modas, basadas en la financiada victimización de la subalternidad y en el narcisismo autorreferencial de sus “teóricos” de oficio.

El latinoamericanismo bolivariano y martiano que, según afirmaba el propio Roberto, la Casa de las Américas e intelectuales como él le debían a nuestro Manuel Galich, cobraba renovada vida en sus ensayos, jamás contaminados de las modas académicas que ahora han desembocado en ciertos purismos decoloniales que se alejan de la sensatez crítica que dio origen a este desarrollo del poscolonialismo y el subalternismo, sobre todo en las vertientes de éstos que jamás antepusieron la cultura a la clase social como criterio de análisis de la lucha emancipadora de los pueblos.

Conocí a Roberto en la Nicaragua sandinista de principios de los años 80 del siglo pasado, a donde llegaba junto a inmensos poetas y cultores cubanos como Cintio Vitier, Eliseo Diego y Fina García Marruz, entre otros. En Managua conversamos sobre Darío, Martí y las luchas de los pueblos de Nuestra América. Nos vimos en La Habana en el 2013, cuando estuve en Cuba como jurado del certamen literario de la Casa de las Américas, y conversamos por última vez en La Habana, en el 2016, a donde llegué como parte de una delegación de la Escuela de Ciencia Política de la USAC, para concretar convenios de intercambio académico y cultural. A su Calibán y a Ese sol del mundo moral, un libro de Cintio que su autor me regaló una mañana en el Hotel Intercontinental, de Managua, les debo en parte mi fervor bolivariano y martiano, y mi irrenunciable radicalidad latinoamericanista. Gracias infinitas por eso.

Qué decir ante la partida de Roberto, sino que la Revolución Cubana y Nuestra América heredan de él un sólido legado crítico frente a la esquizofrenia ideológica del culturalismo neoliberal. Y que tanto él como Cintio son en la cultura lo que Fidel y el Che son para la lucha emancipadora de los pueblos.

Desde la “Guatemala nuestra” que bien nombró Juan Marinello, honor a su memoria.

Publicado el: 24/07/2019 ─ En: elPeriódico

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