El miedo es, pues, necesario y vital. Qué sería de nosotros sin él. Sólo los estúpidos fingen no tenerlo e ignorar de qué se trata. Y son legiones. Decía el sesudo don Francisco de Quevedo que “Siempre se ha de conservar el temor, más jamás se debe mostrar”. Cualquier mercader de la autoayuda diría hoy…