El circo de “buenos” y “malos” campea, y la gente es absorbida por el simulacro. Y sigue la pugna intraoligárquica. La facción neoliberal-fascista (arzuista), con su caballito de batalla: la “institucionalidad”; y la neoliberal-corporativa (dionisista), con su respectivo alazán: la CICIG, vuelven a la carga poniendo en la calle a sus respectivos enjambres de oenegistas…