Archivos MRM│CHINA Y EL AZUL DE LOS CASCOS AZULES

Bueno, si de veras Guatemala ya ingresó plenamente en la posmodernidad y dejó atrás el penduleo macabro de la Guerra Fría, entonces ¿por qué no establece relaciones con todos los países del mundo en forma pareja? ¿Por qué tiene que seguir dando preferencia a sus relaciones con países gobernados por la derecha y descuidando sus relaciones con países con gobiernos de izquierda? Si tiene relaciones con Taiwan, debe tener la libertad de relacionarse con China continental, y si tiene relaciones con Israel, debe tenerlas con Palestina, e, igualmente con Corea del Sur y no sólo con Corea del Norte, con Cuba y no sólo con Estados Unidos. ¿Por qué el miedo, el excesivo tacto de la clase empresarial-gubernamental guatemalteca respecto de Taiwan, que la hace condecorar —por medio del Ejército— a un general taiwanés para dejar claro que ese país, como Israel, tuvo mucho que ver con la asistencia bélica a los militares chapines durante la guerra contrainsurgente y que todos los derechistas le están muy agradecidos?  Yo no sé si los urrenegistas tengan algún peso diplomático como para suavizar la posición china respecto de Guatemala, pero creo que si el Gobierno guatemalteco suaviza un poco su romance con Taiwan y empieza por reconocer que China continental no sólo existe sino que tiene razones atendibles para no permitir que se ignoren sus reivindicaciones en los foros internacionales, la posición de China se suavizaría también, y Guatemala ganaría mucho en cuanto a equilibrio en su política exterior, tradicionalmente entregada en brazos de la derecha. 

Lo cierto de todo este embrollo es que la alianza URNG-PAN está ya implorando la plata de la comunidad internacional para que les financie los proyectos relativos a la puesta en práctica de los acuerdos de paz, y, sin duda, el veto chino les ha de resultar incómodo porque es una buena excusa para que la comunidad internacional empiece a darle largas al asunto de la prometida lluvia de dólares, como ocurrió anteriormente en Nicaragua y El Salvador.  Todo el mundo sabe que China tiene un gobierno socialista pero que su economía transita los vericuetos del capitalismo desde hace varios años, y se sabe asimismo que esta hibridez del social-capitalismo chino ha puesto al país en una posición en la que ni Estados Unidos ni Europa podrían (ni querrían) presionarlo para que le levante el veto a Guatemala. Independientemente de cómo evaluemos la actitud de China hacia Taiwan, lo que debe importarnos es el hecho incontrovertible de que no se pueden ignorar los hechos rotundos por ejercer caprichos ideológicos.  O, lo que es lo mismo, las amabilidades de Taiwan hacia la clase política y los militares guatemaltecos no debe ser un obstáculo para el ejercicio de la soberanía en las relaciones internacionales. En otras palabras, el asunto del veto chino no se reduce a una solución de avestruz, consistente sólo en buscar verificación de la OEA a los acuerdos de paz. El veto chino plantea problemas de mayor fondo como el del ejercicio de la soberanía en la política exterior. ¿Presiones injustas?  Está bien, pero a eso no se puede contraargumentar con fidelidades perrunas.  Se debe tener la flexibilidad de negociar con Dios y con el Diablo desde una posición soberana. Eso es lo que el veto chino ha puesto en el tapete. Los acuerdos de paz se van a verificar, eso es seguro, porque si no, no viene la platita internacional. Interesante será ver si el Gobierno decide seguir el romance con Taiwan e ignorar al gigante chino, o si, por el contrario, puede platicar con los dos desde el punto de vista de un interés nacional pluralista y democrático, como corresponde.  Sin ánimo de exponer toda la complejidad política y diplomática implícita en este asunto, creo que el veto chino debe hacernos pensar en algo más que en el azul de los cascos azules.

Publicado el 20/01/1997 — en Siglo Veintiuno

Admin Cony Morales