En el quinto capítulo de El malestar en la cultura, Freud hace una aseveración que describe de un pincelazo la conflictiva relación que ha existido siempre entre la espiritualidad de los individuos y las formas de organización institucional en que esta espiritualidad se oficializa. Dice Freud:
«Al proclamar el apóstol Pablo el amor universal entre los seres humanos como el fundamento de la comunidad cristiana, una intolerancia extrema de parte de la cristiandad hacia quienes permanecieron fuera de ella resultó ser la inevitable consecuencia» (traducción mía). Las implicaciones de esta aseveración van mucho más allá del hecho histórico al que está remitida, y abarcan los efectos generales del mecanismo por medio del cual las prácticas espirituales pasan de ser un ejercicio individual o grupal alejado del poder, a ser una doctrina oficial del poder económico y político dominante. Lo que dice Pablo quizá sea una constante en todos los casos en que una religión se ha oficializado. Pero las mencionadas implicaciones tienen también que ver con el más amplio asunto de la función social que cumplen los principios morales cuando éstos se practican desde el poder, y cuando se practican desde la falta de poder.
La sentencia freudiana rebasa asimismo los ámbitos de la religiosidad trascendente y abarca las problemáticas propias de todas las religiosidades terrenales, como, por ejemplo, las de las ideologías políticas, económicas, estéticas y deportivas, y alcanza los espacios de lo que llamamos la Verdad (permítaseme la mayúscula). Porque no me van a decir ustedes que las ideologías políticas o las deportivas no funcionan como religiosidades en quienes las viven como realidades y no como ideologías. Esto es así al extremo de que los sujetos de estas identificaciones ideológicas llegan a morir y a matar por el sentido de verdad y de veracidad del que revisten a sus creencias. Y esto es cierto especialmente hoy día, cuando han resucitado todos los fundamentalismos y cuando los seres humanos los viven como certezas absolutas e irrefutables.
Es así como en nombre del amor universal se libran guerras santas. Y es así como en nombre de la Verdad y de las convicciones pequeñas se ejerce el principio del «ojo por ojo». Es así también como toda buena intención, una vez es oficializada por el poder, se convierte en censura, en represión, en negación de sí misma. Ha ocurrido así con todas las religiones y ocurre así con todas las convicciones que no tropiezan jamás con la menor duda. Por eso, de un momento a otro presenciamos la conversión de los más hermosos principios y preceptos humanos en excusas para linchar infieles en nombre del Bien, de la Corrección Política (síganseme permitiendo las mayúsculas) y otras sandeces por el estilo.
Sabido es que quienes gustan de ejercer una moralidad oficializada por los poderes dominantes siguen siendo llamados fariseos, y que su moral consiste en darse golpes de pecho en público y de permitirse todas las conductas que censuran en los demás, en privado. Por ello, la paradoja que brota entre la proclamación de Pablo y su oficialización por el poder organizado debe servirnos de norte a la hora de enfrentar la tiranía de lo «políticamente correcto», que busca cambiar conductas por medio de la modificación formalista de expresiones de lenguaje (por ejemplo, no decir «tullido» sino «deshabilitado», etc.) y de modales al uso, ilustrando con lujo de claridad las tesis de Freud en El malestar en la cultura, según las cuales la represión de los impulsos sobre la que descansa la civilización, puede desembocar en patologías cuyos síntomas nos hacen condenar en otros todo aquello que nos atormenta y nos escandaliza porque lo deseamos con vehemencia. Ocurre así con el puritanismo y el conductismo: los dos ríos ideológicos que anegan el fétido lago de la Corrección Política (perdón por tantas mayúsculas) con su hipocresía bienpensante y su lógica de sepulcro blanqueado. Conviene por todo salir del templo a la llanura, y volver con toda humildad a Pablo.
Publicado en marzo de 2004 — en Siglo Veintiuno
Admin Cony Morales