Durante las más de tres décadas de guerra de guerrillas en Guatemala, uno de los debates permanentes en la izquierda –además del de la discusión chino-soviética, el de la vía pacífica y la vía violenta de la revolución, y el del papel de los partidos comunistas- fue el del carácter progresista o reaccionario de la socialdemocracia: una discusión que de suyo venía desde los inicios del movimiento obrero.
La socialdemocracia aspira al socialismo mediante cambios graduales, no inmediatos ni radicales, ni revolucionarios ni violentos, sino por medio de la democratización posible del capitalismo y la profundización del ideario liberal y demócrata ilustrado. Esto la contrapone a la concepción y al método marxista-leninista de la revolución proletaria.
Las críticas de la izquierda armada local a la socialdemocracia argumentaban la inviabilidad de luchar por la democratización por medios pacíficos en un país dominado por una oligarquía inculta, premoderna y cerril, con un ejército a su servicio; por ello se lanzó a pelear desde fuera del sistema con el método central de su enemigo: la violencia. Por el contrario, las posiciones comunistas coincidían a menudo con la socialdemocracia, sobre todo en el esfuerzo de librar la lucha por la democratización económica y política desde dentro del sistema de partidos.
Después de que el pacto izquierdoderechista entre algunos jefes guerrilleros, militares y políticos desarticulara, en 1996, a la resaca de la guerrilla como una opción política factible y con credibilidad, y ante la crisis económica mundial que, en 2008, invalidó la ideología del totalitarismo empresarial de ultraderecha llamada neoliberalismo, en países oligárquicos como Guatemala las dispersas izquierdas buscan criterios de convencimiento y movilización de masas para luchar por la democratización política desde el Estado, ilusionadas por los casos de Venezuela, Bolivia y otros. ¿Sirve de algo la socialdemocracia en esta coyuntura?
Algunas izquierdas sueñan aún con el socialismo aquí y ahora, arguyendo que existe el sujeto conciente que llevaría a la práctica semejante proyecto y que el socialismo es posible sin un grado avanzado de desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas. Los casos de la Rusia de Lenin y la China de Mao, empero, no corroboran esta visión, porque los problemas de la construcción de una economía socialista en países con poco desarrollo del capitalismo están a la vista en el colapso de la Unión Soviética y sus satélites, y en las hibridaciones que ensaya China con elementos de ambos sistemas. Estos casos indican algo diferente: que en una coyuntura de aguda crisis capitalista es posible voltear a las masas en contra de sus explotadores. Lo que se haga después sigue siendo debatible.
Los dirigentes socialdemócratas guatemaltecos más destacados fueron eliminados por el Estado militar-oligárquico como parte de la ofensiva general que desplegó contra todas las izquierdas a partir de 1967. Adolfo Mijangos López fue asesinado en enero de 1971, Alberto Fuentes Mohr en enero de 1979 y Manuel Colom Argueta en marzo del mismo año, junto a muchos jóvenes militantes de las izquierdas armadas.
Publicado el 4/02/2009 ─ En elPeriódico
Admin Cony Morales