
Ciertos oportunistas políticamente correctos argumentan con irresponsable esquematismo que Estados Unidos sencillamente «se buscó lo del 11 de septiembre», con lo que simplifican (bipolarizándolo) el conflicto entre lo que ellos -siguiendo la superficial ecuación de Huntington expresada en su ingenuo «choque de civilizaciones»- perciben como «lo árabe-islámico» y «lo occidental-cristiano», como si el islam se redujera al mundo árabe y como si éste pudiera pensarse en bloque, sin fisuras ni contrastes; y como si Occidente fuera igualmente algo compacto y uniformizado cultural e ideológicamente. Al bipolarizar simplonamente el conflicto, de nuevo aplican su conductismo puritano invirtiendo la medalla fundamentalista de Bush, y pretendiendo que los malos son los gringos y los buenos son los árabes, quienes de este modo quedan criminalmente identificados en bloque con los terroristas: una fórmula igualmente perversa que la de Bush, según la cual los buenos son los gringos y los malos son los árabes-islámicos-terroristas.
Al fundamentalismo políticamente correcto no le conviene analizar las razones del ataque terrorista ni los deslindes que necesariamente deben hacerse a la hora de explicarse el odio contra Estados Unidos en el mundo árabe, las posturas antiestadounidenses moderadas, las extremistas y terroristas, y sobre todo el conflicto palestino-israelí y el apoyo estadounidense a la ultraderecha fundamentalista de Israel. No le conviene porque al relativizar los componentes de cualquier problema, éste se complejiza y su desinformado público (el de los políticamente correctos) se difumina haciéndoles dificultosa la construcción de su imagen de luchadores de causas justas, subalternas y populares, cuestión imprescindible para lograr su verdadero objetivo personal: el avance de sus carreras en los campus universitarios, en las oficinas de cooperación internacional y en las oenegés.
Es innegable que los bombardeos contra Afganistán están siendo igualmente criminales que los ataques del 11 de septiembre, porque en ambas operaciones han muerto inocentes. Los civiles asesinados en los bombardeos estadounidenses, los refugiados que han empezado a morir de hambre y los miles de niños que perecerán cuando empiece el invierno afgano en unos cuantos días, están sintiendo el mismo terror que sintieron quienes se arrojaban al vacío desde lo alto de las torres gemelas de Nueva York. Pero todo esto no borra el hecho de que, como afirmó una periodista de Al Jazira, los ataques del 11 de septiembre no obedecen a causa política alguna y son actos abiertamente criminales y sin justificación posible.
Aparentemente, algunos oportunistas políticamente correctos no perciben el terrorismo como criminal, y lo justifican desde la comodidad del campus y la oficina, apoyando la guerra santa de Bin Laden sin detenerse a pensar que éste le hace un enorme daño al islam en general, y en particular a causas (ahora sí) justas como la palestina, y dándole munición ideológica a los esencialismos, como lo han tratado de hacer en Guatemala al bipolarizar el conflicto interétnico, y en Cuba azuzando la contradicción entre blancos y negros.
Si bien la teleaudiencia global se ha cansado ya de ver estallidos verdes en medio de la noche afgana, y humildes edificios derruidos y niños tirados en austeras camas de hospitales mostrando las heridas de las bombas estadounidenses, y si bien esta guerra contra nadie debe denunciarse como un negocio para unos cuantos, no podemos caer en el facilón bipolarismo según el cual los buenos y los malos intercambian sus papeles. Esto no es sino un terrorismo políticamente correcto, destinado a perpetuar el autoritarismo de los oportunistas que jamás saldrán del campus y de la oficina a protagonizar las confrontaciones que apoyan desde lejos.
Publicado el 20/10/2001 — En elPeriódico
Admin Cony Morales