Archivos MRM│TERRORISMO, RETÓRICA BELICISTA Y ECONOMÍA DE GUERRA (I) NTE

El discurso de George W. Bush a su país el 20 de septiembre, se caracterizó por el uso reiterado de una retórica belicista que no aludió ni una sola vez a las posibles causas del ataque terrorista en Nueva York y Washington. Aunque el ataque es condenable desde cualquier perspectiva que se mire, es imposible pretender que una opinión pública medianamente informada se trague la especie de que la única razón por la que fue perpetrado es porque los terroristas son «malos» y los estadounidenses son «buenos», y porque aquéllos «odian la democracia y la libertad» que profesan inocentemente éstos. Por favor. Eso sólo lo cree la mayoría silenciosa del Midwest estadounidense, a la que le agrada el poster electrónico con la leyenda Wanted Dead or Alive debajo de la foto de Ben Ladin, y también el prepotente axioma: «O están con nosotros o están con los terroristas». Pero el resto del mundo probablemente no. Y es a la opinión pública que busca explicaciones y no justificaciones ideologizadas a la que se le debe decir que las políticas estadounidenses hacia el mundo árabe y su irrestricto apoyo al fundamentalismo ultraderechista israelí, así como la Guerra del Golfo, los bombardeos y las inhumanas sanciones a Irak, y las guerras desencadenadas recientemente en los Balcanes con el objeto de controlar los territorios petroleros y sus oleoductos, constituyen algunas de las causas de la ira del fundamentalismo islámico, asesino y suicida. Causas que, si bien no lo justifican, sí contribuyen a explicarlo y a responder a la cándida pregunta de la desinformada y despolitizada ciudadanía estadounidense: «¿Por qué nos odian si somos buenos?» Lo que queda claro en el discurso de Bush es que la economía de Estados Unidos y la de sus aliados se ha empezado a transformar en una economía de guerra, lo cual explicaría el comportamiento aparentemente errático de los mercados del capital especulativo, que se encontraría adaptándose a los nuevos rubros de inversión.

Es de este negocio del que la Unión Europea no quiere quedarse fuera, ni tampoco los gobiernos dictatoriales sostenidos por Estados Unidos en el área de conflicto. Por eso todos apoyan el belicismo mundial de los intereses de los que Bush es vocero, cuestión que asimismo explica el respaldo unánime a esta política por parte del partido Demócrata en el Congreso estadounidense. El mundo ha quedado atrapado por la guerra. Así, la peligrosa carta blanca que se les está dando a los republicanos y a los intereses belicistas de sus sectores más «duros», será utilizada en todas sus posibilidades para consolidar la economía de guerra que regirá el mundo en la próxima década, amparada en el aval universal a una guerra que se ha anunciado será secreta y prolongada incluso en sus victorias. Que Dios y Alá nos amparen.

Acabar con el terrorismo es un esfuerzo digno de apoyar, pero hay que hacerlo con conocimiento crítico de las implicaciones que esto tiene para el mundo y sabiendo las causas que pueden explicar por qué unos fanáticos suicidas y asesinos hicieron lo que hicieron el 11 de septiembre. A propósito, un día después, el 12, se cumplieron 19 años de la horrenda masacre perpetrada por fuerzas israelíes en Sabra y Shatila. Vale la pena considerar ambas fechas y acciones como momentos de una guerra que no empezó con el desplome del World Trade Center, sino que viene desarrollándose desde hace varios años, y en la que se mezclan intrincados factores étnicos y religiosos con los económicos por el control del petróleo y sus vías de canalización y distribución.

Continuará…

Publicado el 22/09/2001 — En Siglo Veintiuno

Admin Cony Morales

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